domingo, 20 de mayo de 2012

DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA

La situación de Derechos Humanos en Colombia se ha visto considerablemente afectada en los últimos años por la persistencia y gravedad de las acciones cometidas por grupos armados al margen de la ley. El auge militar y económico de estas organizaciones, en gran medida proveniente de recursos del narcotráfico y la degradación en sus métodos de lucha ha trascendido los ámbitos rurales y locales, desbordándose en dinámicas regionales con repercusiones violentas en centros urbanos. Esta situación se expresa en fenómenos como los ataques contra la población civil, el homicidio selectivo y múltiple, el secuestro, el reclutamiento de menores, el desplazamiento forzado, la utilización de minas antipersonales, los actos de terrorismo, en fin, prácticas todas ellas inaceptables que afectan el goce de los DH de la población y disminuyen la capacidad del Estado para cumplir su obligación de protegerlos y garantizarlos. De ahí que el Gobierno Nacional y las autoridades públicas en su conjunto se sumen a la condena de estas prácticas inaceptables. Algunos de estos fenómenos han presentado signos de mejoría en los últimos años. Lo cual indica que es preciso persistir en la consolidación de esta tendencia y fortalecer la acción del Estado y el apoyo de la población, en procura de confrontar los fenómenos y factores que afectan la situación de Derechos Humanos de los habitantes del país. Con todo, el Estado no rehúye sus responsabilidades frente a la situación de DH que vive Colombia. Es por eso que, dentro de las propuestas de fortalecimiento institucional y promoción de una cultura de los DH y el DIH, se plantean líneas de acción para mejorar constantemente el desempeño de sus agentes frente a los Derechos Humanos de la sociedad y la población en general, entendido como el deber del poder público en todas sus actuaciones y la clave para la legitimación diaria del Estado Social de Derecho. En tal sentido, es necesario avanzar en la sensibilización de las autoridades regionales y locales sobre la importancia del impulso de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario como un asunto propio. En este campo, es posible constatar el desbordamiento de las instancias nacionales ante la multiplicación de demandas de los entes territoriales. Frente a dicha situación, es preciso trabajar por la asunción de responsabilidades por parte de los entes territoriales, al punto que se constituyan en multiplicadores de los esfuerzos nacionales y asuman las competencias que les corresponde en su condición de responsables constitucionales y legales del orden público en su respectivo territorio. La situación de conflicto armado y violencia social que de tiempo atrás tiñe la realidad del país, ha generado una dinámica de interacción que aún en la actualidad se expresa en una múltiple vulneración y violación de Derechos Humanos, donde actores estatales, contra-estatales y paraestatales se enfrentan en una incesante lucha por el poder y el control de territorios, poniendo a la población civil en situación de riesgo, al atentar contra su vida, su integridad y su dignidad. Esto limita la construcción de tejido social, la convivencia y el desarrollo personal y colectivo de forma integral del país. Resulta oportuno recordar la declaración de la Carta de Naciones Unidas en la que expresaba “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos. Convivir no es solo cohabitar, no es un simple vivir en compañía de otros. Es aceptar la diversidad, valorar la tolerancia y comprometerse solidariamente con el respeto de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinciones por raza, género, lengua, origen nacional, religión o discapacidad, así como en el combate contra la intolerancia. Es imposible la convivencia democrática si no se fundamenta en los valores de tolerancia y solidaridad. Una de las incomprensiones que dificultan la convivencia es el alcance que se da al valor de la Tolerancia. Practicar la Tolerancia no significa tolerar la injusticia social ni renunciar a las convicciones personales o a temperarlas, significa que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y acepta que los demás se adhieran a las suyas, significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son. La tolerancia se convierte entonces en el pilar central de la convivencia pacífica democrática. Conforme manifiesta la UNESCO, la tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad, de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. Expresa y reconoce el pluralismo. Tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia. Ante todo, la tolerancia es una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás, en ningún caso pueden utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia es la virtud que hace posible la paz. El Director General de la UNESCO ha subrayado que la tolerancia es un componente fundamental del respeto de los Derechos Humanos y del logro de la paz. En su forma más simple y básica, la tolerancia consiste en reconocer a los demás el derecho a que se respete su persona e identidad. Los modernos valores políticos y sociales que dieron origen a las actuales normas internacionales en materia de Derechos Humanos se expresaron por primera vez como una exhortación a la tolerancia, concebida como elemento fundamental para mantener el orden social.

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